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Febrero Loco

Javier Martínez Valle publica su cuaderno de viajes “La Palmera y el día”

Javier Martínez Valle publica su cuaderno de viajes “La Palmera y el día”

Javier Martínez Valle, pintor, aventurero, dotado de un sexto sentido, volvió de África cargado de la luz, el aroma, los sonidos y el color de ese lejano y próximo continente. Y, todo, lo fue dejando plasmado en un cuaderno de viaje, cuaderno en el que pintaba, las jirafas, los elefantes, las mujeres, los hombres, las palmeras, los insectos, .. y junto, sobre, al lado, de los dibujos narraba, como sólo él sabe hacer, la esencia de esas gentes, lugares, atardeceres, y sus impresiones en primera persona, acercándote con una proximidad que te traslada bajo el sol abrasador y entre esos rumores de cotidianidad puramente reales.

El formato del libro es, verdaderamente de coleccionista: pequeño formato, forrado de tela verde; el libro, con un dibujo grabado en la tapa y el título grabado en oro en el lomo, va dentro de una funda, también, de tela verde, con marcapáginas de tela verde; pero, lo más asombroso es la calidad del papel, parece que tengas en tus manos los originales que Javier pintó en África.

Una joya, una de esas joyas que edita Laimprenta una vez al año, de la colección “antes de morir”.

"La Palmera y el día", es la primera publicación de los escritos de Javier Martínez Valle y, desde luego, esperemos, no la última.

 

“Pienso en el taxi-brouse, en la gente hacinada, apoyados unos en otros nos amoldamos a cada bache. El polvo va cubriendo las ropas y nuestros pobres enseres. No hay lugar más que para el viaje. Los rostros, tan cerca unos de otros, no expresan, sólo se cubren con el rojo de la tierra y se aletargan en un tránsito que cada cual sabe por qué es necesario. El resto es roce, espacios y tiempo; sólo el niño que llora, el pollo, el cerdo que protesta desde el portaequipajes o, acaso, un extraño pangolín correteando entre nuestros pies; sólo ellos no entienden este acto compartido, sólo ellos no tienen motivos suficientes para cerrar los ojos, aletargar el alma y aceptar el polvo.”

Extracto de "La Palmera y el día"

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