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Febrero Loco

La poesía es un arma cargada de futuro

La poesía es un arma cargada de futuro

 

 

MEMORIA DE FEDERICO

Que no murió. Le mataron.
Contra la cal de una tapia luminosa
me lo dejaron clavado.
-¡Por vuestras madres!- decía.
Y los fusiles sonaron.
En el vacío de España
aún retumban los disparos.
-¡Por vuestras madres!- decía.
Y lo dejaron clavado
diez pólvoras asombradas
y una bruta voz de mando.

¡Decidme cómo, decidme,
Puede ocurrir tal espanto!
¡Ay, hombres son nombre y madre!
¡Ay, sal seca y hueso amargo!
Diez bocas estupefactas
y un hombre que estaba al mando.

Nada más ni nada menos.
Sólo un vacío sin llanto.
Y esta rabia que me grita
que no murió; le mataron.

Gabriel Celaya


 

CADA vez QUE Lorca eS

 

Fue el mar visto por tus ojos

las gaviotas, los barcos

la luz enriqueció tu pupila

al tiempo… se deshacía la tarde.

 

En las noches oscuras

estrellas intocables

al alcance de tus besos

lanzados al aire

 

¡Ay! Noche. ¡Ay! Luna

Luna, lunita de plata

cincelando el manto de raso sonoro

Sangre que fluye por las venas del mundo

herida la costa, como el ojo

del perro andaluz, por el infinito.

 

Corazón llano, noble,

abierto al mundo, al dolor,

abierto a los designios

de la naturaleza, al amor

 

Abierto… herido…

sangrando junto al mar

junto al Hudson, junto al olivo

arrancada el alma

lapidado el recuerdo

simiente en el corazón de alguno

 

Sangre caliente tu Granada

magia del sur desgajada

en la mirada fuego

en la mano arte

la piel erizada

 

Granada vertida en dos ríos de plata

olivos de agua y cantos de guitarra

a lo lejos… en las calles blancas

la alegría de la noche

 

Federico, en tu soledad

abierta al infinito

en tu palpada Granada

tropezaste al mezquino

quebraron tu voz de poeta

y lanzaron al viento

ráfagas de ceniza

que resuenan en el tiempo.

 

Federico García Lorca

POESIA eres tú

 

Teresa Hartner

( 23 de junio de 1998)

 

 

 

La poesía es un arma cargada de futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya (1911-1991)

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