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Febrero Loco

El gran Zhuangzi, 莊子

El gran Zhuangzi, 莊子

El lúcido Zhuangzi, 莊子, 庄子, Zhuāngzǐ, Chuang Tzu o Chuang Tse (pongo todos los nombres bajo los cuales podéis encontrar su obra) fue, quizás, el más grande de los filósofos de la humanidad, vivió sobre el siglo IV a.J.C., durante el período de los Reinos Combatientes en China; pero su lenguaje es como si fuera el de nuestros días.

Zhuangzi es claro en la expresión, ágil en el pensamiento y suelto en la forma, cuando lo lees te enriqueces y te llega con facilidad, algo no muy corriente entre los filósofos. Al leer a Zhuangzi enseguida penetras en su forma de ver el mundo y eso te tranquiliza y te da claridad ante las cosas.

Más nombres del gran maestro. Zhuang zi, 莊子, se llamaba Zhōu; también se le conoció como 蒙吏, Méng Lì (Oficial Méng); 蒙莊 Méng Zhuāng y como 蒙叟 Meng sou (Anciano Meng). Nació en el reino de Song, , en un pueblo llamado Meng 蒙城 Méng Chéng, actual Shāngqiū 商邱, de la provincia de Henan, 河南; aproximadamente en el 369 a.J.C.

Con Zhuangzi el taoísmo, la filosofía que nos regalo Laozi 老子, en pequeñas perlas, se despereza y cobra vida.

Su obra se llama como él, 莊子 y ya desde el inicio te atrapa para hacerte volar con el gran pájaro Peng que describe su visión desde el cielo de una forma tan detallada, en un tiempo en que el hombre todavía no había ascendido a tanta altura, que parece increíble, así, como su observación de las cosas.

La obra está dividida en tres partes: 內篇, nèi pian, capítulo interno; 外篇,wài pian, capítulo externo y 雜篇,  zá pian, capítulo mixto o variado.

Pequeño introducción a su obra:

http://www.alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=742

Lo más sorprendente de Zhuangzi es que es un hombre que no sólo no era de su tiempo, si no tampoco del nuestro, quizás fuera de un tiempo que está por llegar.

Pero lo mejor es que leáis, si sabéis chino, toda su obra y si no unos pequeños extractos que vienen a continuación.

 Su obra en chino:

http://www.chineseclassic.com/ChungTzu/ChungTzu01.htm

 

 Y, así, comienza 莊子:

En el mar septentrional hay un pez cuyo nombre es Kun . Es enorme, pues mide no se sabe cuántos miles de li. Múdase en pájaro, y entonces su nombre es Peng . También las espaldas de éste miden no se sabe cuántos miles de Ii. Elévase por los aires sacudiendo con fuerza sus alas, parecidas a esos grandes nubarrones que ocultan el cielo. Este pájaro, cuando el mar se agita y arrecia el viento, vuela hasta el mar meridional. El mar meridional es un gran lago obra del Cielo.

"齊諧, qí xié, Sucesos armoniosos” es también una extravagante recopilación. Y, armoniosamente dice: «Cuando Peng vuela hacia el mar meridional, la espuma salpica hasta una altura de tres mil Ii, y los remolinos que forma el batir de sus alas lo elevan noventa mil Ii en lo más alto del firmamento. Vuela aprovechando el gran viento del sexto mes". Caballos salvajes, polvaredas, seres vivientes que se mueven empujados por el viento. El cielo, azul: ¿es ése su verdadero color?, ¿es ilimitada su vasta extensión? Mira hacia abajo el Peng, y eso es lo que contempla.

Cuando las aguas acumuladas no son profundas, no tienen fuerza para sostener un gran barco. Viertes una taza de agua en un hoyo, y una pajita es allí como un navío, mas si pones una taza, se pega al fondo, pues el agua es poco profunda y grande el barco. Si la fuerza del viento no es grande. no tiene fuerza para sostener unas alas gigantescas. Y así, cuando el Peng se eleva noventa mil li, es el viento el que lo empuja hacia arriba. Después tomará ventaja de la fuerza del viento y, con el cielo azul a sus espaldas y sin hallar estorbo, enderezará su vuelo hasta el mar meridional.
Una cigarra y una tortolilla se burlaban del Peng: “Nosotras, nos echamos a volar con todas nuestras fuerzas, y cuando encontramos un olmo o un sándalo nos posamos en sus ramas; y si no podemos llegar, pues sin más nos vamos al suelo: ¿para qué remontarse noventa mil Ii y volar hasta el sur?” Quien va a los alrededores de la ciudad, sólo ha menester provisiones para tres comidas, retorna ese mismo día, y aun con el estómago lleno: quien va un lugar a cien Ii de distancia, ha de llevar provisiones para pasar una noche fuera; y quien tan lejos como a mil li, provisiones para tres meses. ¿Qué han de saber, pues, esos dos animalejos?

 

 

 

Cuando el agua está perfectamente tranquila yace límpida y refleja hasta los pelos de la barba y de las cejas de quien se mira en ella. No hay nada que busque más el equilibrio y el reposo que el agua; y por eso es con agua con lo que se mide el nivel (por el nivel de agua). El agua obtiene de la inmovilidad su nitidez, y así también lo hace el espíritu vital. El corazón del Hombre Verdadero, perfectamente calmo, espeja el universo que a su vez refleja al Cielo y a la Tierra y a todos los seres.

 

...

 

El aliento de la Naturaleza

 

Cuando la gran Naturaleza suspira, oímos los vientos que, silenciosos por sí mismos, despiertan voces de otros seres, soplando sobre ellos. Desde todas las aberturas suenan fuertes voces. ¿No habéis oído nunca este ajetreo de tonos?.

Ahí está el bosque colgado sobre la empinada montaña: viejos árboles con agujeros y grietas como muescas para vigas, como cuencos, surcos en la madera, huecos llenos de agua; se oyen mugidos y rugidos, silbidos, voces de mando, gruñidos, profundos zumbidos, tristes flautas. Una llamada despierta a otra entablando un diálogo.

Los vientos suaves cantan tímidamente, los fuertes truenan sin restricción. Entonces el viento se abate. Las aberturas emiten su último sonido. ¿No habéis observado cómo entonces todo tiembla  y se aquieta ?.

Yu asintió: “Comprendo”

.La música de la Tierra canta a través de mil orificios. La música del hombre está interpretada con flautas e instrumentos. ¿Qué es lo que interpreta la música de los cielos?

El maestro Ki dijo: Algo sopla sobre mil orificios diferentes. Algún poder está detrás de todo esto y hace que los sonidos se apaguen. ¿Qué es este poder?

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El gran conocimiento

El gran conocimiento lo ve todo en uno.

El poco conocimiento se deshace en la multiplicidad.

Cuando el cuerpo duerme, el alma está envuelta en Uno.

Cuando el cuerpo despierta, las aberturas empiezan a funcionar.

Resuenan con cada encuentro, con todas las diversas labores de la vida, los anhelos del corazón; los hombres quedan bloqueados, perplejos, perdidos en sus dudas.

Pequeños miedos corroen su paz de espíritu. Los grandes miedos los devoran por completo.

Flechas disparadas contra un blanco: acierto o fallo, bien o mal. Eso es a lo que los hombres llaman juicio, decisión.

Sus pronunciamientos son tan definitivos como los tratados entre emperadores. ¡Oh, dejan claro su punto de vista! Pero sus argumentos caen cada vez más rápida y débilmente que las hojas muertas en otoño e invierno.

Sus palabras fluyen como la orina, para jamás ser recuperadas. Finalmente quedan  bloqueados, amarrados y amordazados. Taponados como viejas tuberías de desagüe. La mente falla.  Ya no volverá a ver la luz.

El placer y la ira, la tristeza y la alegría, las esperanzas y los arrepentimientos, el cambio y la estabilidad, la debilidad y la decisión, la impaciencia y la haraganería: son todos sonidos de la misma flauta, todos hongos del mismo moho húmedo.

¡El día y la noche se persiguen y caen sobre nosotros sin que veamos cómo brotan!

¡Suficiente!¡Suficiente!

¡Tarde o temprano nos encontramos con "aquello" de lo que todos "estos" crecen!

Si no hubiera un "aquello", no habría un "esto". Si no hubiera un "esto", no habría instrumento para que tocaran todos estos vientos. Hasta aquí podemos llegar. Pero¿cómo podemos comprender qué es lo que lo produce?

Uno podría perfectamente suponer que el Verdadero Gobernante está detrás de todo esto. Que opere un Poder tal es algo que puedo creer. No puedo ver su forma. Él actúa, pero no tiene forma.

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El eje

El Tao se ve oscurecido cuando los hombres comprenden tan sólo uno de un par de opuestos, o se concentran tan sólo en un aspecto parcial del ser. Entonces, la expresión clara se ve también enturbiada por meros juegos de palabras, al afirmar un aspecto cualquiera y negar todo el resto.

De aquí las disputas entre los confucianos y los mohístas; cada uno niega lo que el otro afirma, y afirma lo que el otro niega. ¿Qué utilidad tiene esta lucha por oponer el "No" al "Sí", y el "Sí" al "No"? Es mejor abandonar tan desesperado esfuerzo y buscar la verdadera luz.

No hay nada que no pueda observarse desde el punto de vista del "No-Yo". Y no hay nada que no pueda ser visto desde el punto de vista del "Yo". Si comienzo observando cualquier cosa desde el punto de vista del "No-Yo", entonces no la veo realmente, dado que es "No-Yo" el que la ve. Si empiezo a partir de donde estoy y la veo como yo la veo, entonces también puede ser posible que pueda llegar a verla como la ve otro.

De aquí la teoría de la inversión, de que los opuestos se producen el uno al otro, dependen el uno del otro y se complementan el uno al otro.

Sea como sea, la vida viene seguida de la muerte; la muerte viene seguida por la vida. Lo posible se convierte en imposible; lo imposible se convierte en posible. El bien se convierte en mal y el mal en bien; el flujo de la vida altera las circunstancias y, así, las propias cosas se ven alteradas a su vez. Pero los disputantes continúan afirmando y negando las mismas cosas que siempre han afirmado y negado, ignorando los nuevos aspectos de la realidad presentados por el cambio de las condiciones.

El hombre sabio, por tanto, en lugar de tratar de demostrar esto o aquello por medio de disputas lógicas, ve todas las cosas a la luz de la intuición. No se ve apresado por las limitaciones del "Yo", dado que el punto de vista de la intuición directa es, a la vez, el del "Yo" y el del "No-Yo". Por tanto, ve que a ambos lados de cada argumento existen tanto la verdad como el error. Ve también que al final son reducibles a la misma cosa, una vez que han sido relacionados entre sí por medio del eje del Tao.

Cuando el hombre sabio se sustenta en este eje, está en el centro del círculo y ahí se mantiene mientras el "Sí" y el "No" se persiguen en torno a la circunferencia.

El eje del Tao pasa a través del centro, donde convergen todas las afirmaciones y negaciones. Aquel que abraza el eje está en el punto fijo desde el cual todos los movimientos y oposiciones pueden ser vistos a la luz de su correcta relación. Por tanto, ve las ilimitadas posibilidades tanto del "Sí" como del "No". Abandonando toda idea de imponer límites o de tomar partido, descansa en la intuición directa. Por esto dije: "¡Mejor será abandonar la disputa y buscar la verdadera luz!"

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Las tres de la madrugada

Cuando desgastamos nuestras mentes, aferrándonos tozudamente a una visión parcial de las cosas, negándonos a ver un más profundo acuerdo entre éste y su opuesto complementario, sufrimos lo que se llama "las tres de la madrugada".

¿Qué es esto de "las tres de la madrugada"?

Un domador de monos fue a ver a sus monos y les dijo:

"Con respecto a lo de vuestras castañas: vais a recibir tres medidas por la mañana y cuatro por la tarde."

Ante esto, todos se enfadaron. De modo que dijo: "Está bien, en este caso os daré cuatro por la mañana y tres por la tarde". En esta ocasión quedaron satisfechos.

Ambas soluciones eran lo mismo, en tanto en que el número de castañas no variaba. Pero, en un caso, los animales quedaban descontentos y en el otro satisfechos. El guarda estuvo dispuesto a cambiar sus planes para hacer frente a las condiciones objetivas. ¡No perdió nada al hacerlo!

El hombre verdaderamente sabio, considerando ambos lados de una cuestión sin parcialidad, ve ambos a la luz del Tao.

Esto se llama seguir dos cursos a la vez .

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Desollando un buey

El cocinero del príncipe Wen Hui estaba desollando un buey; extendió una mano, bajó un hombro, apoyó un pie, presionó con una rodilla. El buey quedó deshecho. Con un susurro, el brillante cuchillo de carnicero murmuraba como un viento suave. ¡Ritmo! ¡Cronometración! ¡Como una danza sagrada, como las antiguas armonías!

"¡Buen trabajo!", exclamó el príncipe. "¡Su método es impecable!"

"¿Método?", dijo el cocinero dejando a un lado su cuchilla. "¡Lo que hago es seguir el Tao más allá de todo método!. Cuando empecé a desollar bueyes, veía ante mí al buey entero, toda una masa única. Después de tres años, ya no veía aquella masa. Veía sus distinciones. Pero ahora ya no veo nada con los ojos. Todo mi ser aprehende. Mis sentidos están ociosos. El espíritu, libre para trabajar sin un plan concreto, sigue su propio instinto guiado por una línea natural. Por la abertura secreta, el espacio oculto,

mi cuchilla no encuentra su propio camino. No atravieso ninguna articulación, no corto hueso alguno. Un buen cocinero necesita cortador nuevo, una vez al año. Corta. Un mal cocinero necesita uno nuevo todos los meses. ¡Él mutila!.

Llevo utilizando esta misma hoja diecinueve años. Ha desollado un millar de bueyes. Su hoja sigue cortando como si estuviera recién afilada. Hay espacios entre las articulaciones; la hoja es delgada y cortante: cuando esta delgadez encuentra aquel espacio, ¡hay todo el sitio que se pudiera desear! ¡Pasa como una brisa! ¡Por eso mantengo esta hoja desde hace diecinueve años como si estuviera recién afilada!

Cierto es, en ocasiones hay articulaciones duras. Las siento venir, entonces me detengo, observo con atención, me contengo, casi no muevo la hoja, y ¡whump! la parte se desprende cayendo como un trozo de tierra. Entonces retiro la hoja, me quedo quieto,

y dejo que la alegría del trabajo penetre en mí. Limpio la hoja y la guardo."

El príncipe Wan Hui dijo: "¡Eso es! ¡Mi cocinero me ha mostrado como debiera vivir mi propia vida!

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El hombre verdadero

Qué se quiere decir con "el hombre verdadero". Los hombres verdaderos de antaño no tenían miedo, cuando se encontraban solos en sus puntos de vista. Nada de grandes logros. Nada de planes. Si fracasaban, nada de dolor. Nada de autocomplacencia en caso de éxito. Escalaban farallones, siempre sin vértigo; se sumergían en las aguas, jamás se mojaban, caminaban a través del fuego y no se quemaban. Así, su conocimiento llegaba hasta el Tao.

Los hombres verdaderos de antaño dormían sin sueños, despertaban sin preocupaciones. Su comida era sencilla. Respiraban profundamente. Los hombres verdaderos respiran desde sus talones. Otros respiran con sus gargantas, medio estrangulados. En las disputas arrojan argumentos como si vomitaran. Donde las fuentes de las pasiones

yacen profundas, los arroyos celestiales pronto se secan.

Los hombres verdaderos de antaño no conocían la pasión por la vida, ni el miedo a la muerte. Su aparición carecía de alegría, su salida, más allá,  se producía sin resistencia.

Fácil viene, fácil se va. No olvidaban de dónde, ni preguntaban a dónde, ni caminaban inflexiblemente hacia delante luchando a todo lo largo de su vida. Tomaban la vida como venía, sin preocupación; y se iban, allá. ¡Allá!. No tenían intención de combatir el Tao. No intentaban, por motu propio, ayudar al Tao. Ésos son los que llamamos hombres verdaderos.

Mentes libres, pensamientos desaparecidos. Frentes despejadas, rostros serenos. ¿Eran frescos? No más frescos que el otoño. ¿Eran cálidos? No más que la primavera. Todo lo que salía de ellos salía tranquilamente, como las cuatro estaciones.

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El hombre nace en el Tao

Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao. Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.

Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.

Moraleja:

"Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua. Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao."

... .

Dos reyes y Sin-Forma

El Rey del Mar del Sur era Actúa-según-tu-intuición.

El Rey del Mar del Norte era Actúa-como-el-rayo.

El Rey del lugar que había en medio era Sin-Forma.

Ahora bien, el Rey del Mar del Sur  y el Rey del Mar del Norte solían ir juntos, a menudo, a las tierras de Sin-Forma: los trataba muy bien. De modo que consultaron entre sí y pensaron en algo bueno, en una agradable sorpresa para Sin-Forma. como prueba de aprecio.

"Los hombres", dijeron, "tienen siete aberturas para ver, oír, comer, respirar y demás. Pero Sin-Forma no tiene abertura alguna. Hagámosle unos cuantos agujeros." De modo que, sin pensarlo dos veces, hicieron agujeros a Sin-Forma, uno por día, durante siete días. Y cuando terminaron el séptimo agujero, su amigo yacía muerto.

En la tierra de Khi, de pueblo a pueblo, se podía oír el canto de los gallos, el ladrido de los perros. Los pescadores lanzaban sus redes, los campesinos araban los anchos campos, todo estaba pulcramente señalado con líneas de demarcación. En quinientas

millas cuadradas había templos para los antepasados, altares para los dioses de los campos y espíritus del grano. Cada cantón, condado y distrito era gobernado con arreglo a las leyes y estatutos... . Hasta que una mañana el fiscal general, Tien Khang Tzu, liquidó al rey y se apoderó de todo el Estado. ¿Quedó acaso conforme con robar la tierra? No, se apoderó también de las leyes y de los estatutos, y con ellos de todos los abogados, por no mencionar a la policía. Todos formaban parte del mismo paquete.

Por supuesto, la gente llamaba ladrón a Khan Tzu, pero lo dejaban tranquilo viviendo tan feliz como los Patriarcas. Ningún pequeño Estado levantaba la voz contra él, ningún gran Estado hizo el más mínimo movimiento en su contra. Así que durante doce generaciones el estado de Khi perteneció a su familia. Nadie interfirió sus derechos inalienables.

El invento de los pesos y medidas hace más fácil el robo. La firma de contratos, la implantación de sellos, hacen más seguro el robo. Enseñar amor y obligaciones suministra un lenguaje adecuado con el cual demostrar que el robo es en realidad para el bien de todos. Un hombre pobre ha de ser ahorcado, por robar una hebilla de cinturón,

pero si un hombre rico roba todo un Estado es aclamado como el estadista del año.

De modo que, si queréis escuchar los mejores discursos sobre el amor, el deber, la  justicia,etc., escuchad a los hombres de Estado.

Pero cuando el arroyo se seca, nada crece en el valle. Cuando el montículo se aplana,

el hueco junto a él se llena. Y cuando los hombres de Estado y los abogados

y los predicadores del deber desaparecen, no hay tampoco más robos y el mundo queda en paz.

Moraleja: cuanto más acumules principios éticos y deberes y obligaciones, para meter en cintura a todo el mundo, más botín acumulas para los ladrones como Khang.

Por medio de argumentos éticos y principios morales, se demuestra finalmente que los mayores crímenes eran necesarios, y que de hecho fueron un señalado beneficio para la humanidad.

 

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