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Febrero Loco

Juan Ramón Jiménez Mantecón (1881-1958)

Juan Ramón Jiménez Mantecón (1881-1958)

Juan Ramón Jiménez nació en Moguer (Huelva) un 23 de diciembre de 1881 y nos dejó, exiliado, un 29 de mayo de 1958 en Puerto Rico.


A la poesía que escribió de 1916 a 1936 la bautizó como Época intelectual, influenciada por su viaje a América y el descubrimiento de poetas ingleses como: Yeats, William Blake, Emily Dickinson o Shelley. Poesía vinculada a lo que se llamó el Novecentismo, algo así como la vanguardia, los principios de 1900, donde entra en un plano más espiritual, más ligado a la naturaleza, a la belleza, al eterno presente, a la soledad, a la trascendencia. La poesía se muestra desnuda despojándose de los ropajes recargados del modernismo.

 

Cancioncillas Intelectuales

Acción final

(34 años y Goethe)


No sé con qué decirlo,
porque aún no está hecha
mi callada palabra.

 

 

Cancioncillas Intelectuales

El Ritmo


Tira la piedra de hoy,
olvida y duerme. Si es luz,
mañana la encontrarás
ante la aurora, hecha sol.

 

 

Cancioncillas Intelectuales

La Actitud


Sólo lo hiciste un momento.
Mas quedaste, como en piedra,
haciéndolo para siempre.

 

 

Cancioncillas Intelectuales

La Vez


Tú, lo grande, anda, descansa
en honor de lo pequeño;
que su mundo está en su hora
y tu hora es el universo.

 

 

 

Yo no soy yo

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

 

 

 

Cancioncillas espirituales

La Sola


Ante mí estás, sí.
Mas me olvido de ti,
pensando en ti.

 

 

 

 

El Otoñado

Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire), el infinito.

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
trasmito olor: la sombra huele a dios,
emano son: lo amplio es honda música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.

Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción. Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y que es servido
de lo que todavía es ambición.

 

 

 

El Pájaro del Agua

Pájaro del agua
¿qué cantas, qué encantas?

A la tarde nueva
das una nostalgia
de eternidad fresca,
de gloria mojada.
El sol se desnuda
sobre tu cantata.

¡Pájaro del agua!

Desde los rosales
de mi jardín llama
a esas nubes bellas,
cargadas de lágrima.
Quisiera en las rosas
ver gotas de plata.

¡Pájaro del agua!

Mi canto también
es canto de agua.
En mi primavera,
la nube gris baja
hasta los rosales
de mis esperanzas.

¡Pájaro del agua!

Amo el son errante
y azul que desgranas
en las hojas verdes,
en la fuente blanca.
¡No te vayas tú,
corazón con alas!

Pájaro del agua
¿qué encantas, qué cantas?

 

 

 

Desnudos

Por el mar vendrán
las flores del alba
(olas, olas llenas
de azucenas blancas),
el gallo alzará
su clarín de plata.

(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)

¡O, bajo los pinos,
tu desnudez malva,
tus pies en la tierna
yerba con escarcha,
tus cabellos verdes
de estrellas mojadas!

(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)

Levantará el gallo
su clarín de llama,
y la aurora plena,
cantando entre granas,
prenderá sus fuegos
en las ramas blandas.

(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)

¡O, en el sol nacido,
tus sienes doradas,
los ojos inmensos
de tu cara maga,
evitando azules
mis negras miradas!

(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)

 

 

 

Ajuste

¡Qué difícil es unir
el tiempo de frutecer
con el tiempo de sembrar!

(El mundo jira que jira,
ruedas que nunca se unen
en una rueda total)

¡Un solo día de vida,
un día completo y todo,
que no se acabe jamás!

 

 


Qué alegría este tirar
 


Qué alegría este tirar
de mi freno, cada instante;
este volver a poner
el pie en el lugar cercano,
(casi otro, casi el mismo),
de donde aprisa se iba;
este hacer la seña leve,
segundamente, inmortal!

 

 

 

Federico García Lorca le dedicó un poema que dice:

 

Juan Ramón Jiménez


En el blanco infinito,
nieve, nardo y salina,
perdió su fantasía.

El color blanco, anda,
sobre una muda alfombra
de plumas de paloma.

Sin ojos ni ademán,
inmóvil sufre un sueño.
Pero tiembla por dentro.

En el blanco infinito,
¡qué pura y larga herida
dejó su fantasía!

En el blanco infinito.
Nieve. Nardo. Salina.

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