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Febrero Loco

TarBaby, en cuarteto mágico, contacta y los temores desaparecen

TarBaby, en cuarteto mágico, contacta y los temores desaparecen


   Hay dos palabras que me encantan Free y Jazz. Y ayer llegó el autentico free jazz en el que no prevalecen las reglas ni el intelecto, si no un autentico juego con los instrumentos y un lenguaje similar al grito o al llanto aunado al juego primigenio. Un lenguaje que surge del interior para convertirse por si mismo en forma, fluyendo libre.

 

   Imposible detenerse en las partes, la unicidad era lo que prevalecía y apenas te dejaba centrarte en las partes pero porque la unicidad era absolutamente brillante al igual que las partes.

 

   Orrin Evans, al piano; Eric Revis, al bajo; Nasheet Waits, a la batería y, presidiendo, la presencia calmada sin ni siquiera introspección de Oliver Lake, al saxo alto. Anonadados, atónitos, nos quedamos, algunos hasta enjugaban sus lágrimas.

 

   Un piano brutal, un contrabajo apoteósico, una batería impresionantemente tribal y un Oliver Lake alzado como absoluto maestro.

 

   El free-jazz  tiene que luchar con su fama de difícil pero es que el free jazz hay que vivirlo en carnes propias y en directo, dejarse arrastrar y derrumbar por él. Surgir como de las cenizas, de la monotonía cotidiana, hacia un rito atávico que desgraciadamente se ha ido perdiendo en el transcurso de los siglos absorbido por un materialismo que niega lo mágico.

 

   Pues este free-jazz, llegado desde sus raíces, nos arrasó, atonitó y anonadó. Era auténtico, era free y era jazz.

 

   Que más podemos decir de estos cuatro músicos y su TarBaby, más que son Adorables y no tememos el contacto, más a bien al contrario, nos viene como agua de mayo.

 

   TarBaby iba más allá del trance, se adentraba en la transmigración. Oliver Lake, tan familiar, te llegaba a lo más profundo y, además, finalmente, nos regó con una sonrisa. Sus dedos recorrían las teclas de su saxo alto vertiginosos, la lengüeta era percutida o aprisionada para buscarle el quiebro y, finalmente, descansaba en los agudos tras un grito. En el piano los dedos de Orrin paseaban frenéticos sobre el teclado, entraban en la repetición para al unisono romperla con maestría. Orrin Evans rasgaba las cuerdas, directamente, desde los bajos del piano de pared o percutía las teclas agudas hasta anularles la vibración, dejándonos con los ojos abiertos y los oídos satisfechos. Fuerza y maestría.

 

   Oliver Lake ponía la calma recogiendo el tema y la batería de Nasheet Waits acentuaba y adornaba de redobles, chasquidos de platos y tiempos muertos el milagro.

Adorables, repito.

 

   De repente, una pausa. Orrin, el pianista, se introspeccionó. El contrabajo de Eric Revis mantenía un ritmo corcheniano, la cuerda más grave mantenía un continuo y descansamos. Los platos percutidos por Nasheet vibraron como una serpiente de cascabel y el tema que se desarrollaba en el piano iba cobrando intensidad en su lenguaje que no en su interpretación, que era suave y pausada. Hipnotizados por el momento nos mostramos expectantes. El contrabajo de Eric pasó a remarcar el tempus y, después, a marcar la melodías y, entonces, el piano junto con Orrin Evans comenzó a despegar como un ave al amanecer y se alzaron los requiebros para acabar descansado como un interrogante. Eric con su contrabajo tomó la melodía y la hizo propia.

Silencio, ....................... , aguantamos la respiración.

 

   Oliver Lake sopló, literalmente, la boquilla del alto y arrastró el sonido quebrándolo, agudizándolo, arritmándolo. Oliver, como en un juego de niños, con tres notas, dos consecutivas, alternándose, 3435, y un grito de adulto aunaba lo free con el jazz en un tema propio Is it Real.

 

   Todos guardaban silencio, todos los músicos, y mostraban admiración y respecto. El saxo de Lake pasaba de la simplicidad a la desestructuración más absoluta casi sin separaciones temáticas fundiendo ambos extremos como una lección de simplicidad y free jazz. Oliver Lake, puso, así, punto final sin rotundidad ni aspavientos abandonando los motivos, como regalándolos y, todos, recogíeron el mensaje haciendo sonar las disgregaciones de sus instrumentos y adentrándonos en un universo que no tiene nombre. El toque redondo del bombo sonaba trival y, para acabar, el grito de un elefante feliz al terminarse el día tras refrecarse en el río barrió el local. En resumen: una locura maravillosa que te reviscola.

 

   Oliver Lake, algunos decían: renacentista, nos dejó un librito de poemas e imágenes If I knew this y nos preguntamos and If i knew this too?

 

   Una tarde-noche inolvidable pues nos sentimos como en casa y como en el caldo de cultivo del jazz, de primera mano. TarBaby nos pusieron ahí, expuestos a contagiarnos para siempre, inmunizados al temor a ser libres y sentir el jazz. Con esa Tarta coronada por una vela luminosa y vibrante llamaba Oliver Lake, perfecta para redondear con dulzura el caos del que provenimos.

 

   Todo ello, como tanto otros milagros, ocurrio en el primer concierto del ciclo de Jazz en Primavera que nos regala el Jimmy Glass Jazz Bar de Valencia para que podamos adentrarnos bien en un verano que se prevee excesivamente calórico en todos los sentidos.

 

Thanks!

First:

thanks to Oliver Lake for be!

Thanks to Orrin Evans to make it possible!

Thanks to Eric Revis for be you!

Thanks to Nasheet Waits for your rhythmic  space!

 

 

www.orrinevansmusic.com

http://www.myspace.com/orrinevans

http://ericrevis.com/

http://www.myspace.com/ericrevis

http://www.nasheetwaits.com/

http://www.oliverlake.net/

http://www.tarbabymusic.com/

 

Y ... ¡gracias al Jimmy Glass!

 

http://www.jimmyglassjazz.net/program_mayo_2012_1.html

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