Gongsun Long - 公孫龍
Gongsun Long, 公孫龍; 公孙龙; Gōngsūn Lóng; Kung-sun Lung, vivió del 325 al 250 a.d. J.C., perteneció a la escuela de los lógicos de la Filosofía China. Podemos encontrar sus ensayos filosóficos en el libro Gongsun Longzi, 公孫龍子, en principio eran cuarenta ensayos pero sólo han sobrevivido seis. Pero. Gongsun Long es, sobretodo, conocido por sus paradojas que entran dentro de la línea de la “Escuela de los nombres”, “Mingjia”, (300-200 a J.C), cuyos seguidores son comparados con los sofistas griegos y los dialécticos; lógicos, incluso, polemistas o discutidores, bianzhi. Uno de sus representantes más importantes fue Hui Shi: 惠施, famoso por diez paradojas sobre la relatividad del tiempo y el espacio. Gongsun Long, analizaba meticulosamente el significado de las palabras y es muy conocida su observación:
白馬非馬
Baima fei ma
Caballo blanco no es caballo
De su trabajo "Teoría del caballo blanco”, 白馬論, baimalun, un estudio sobre la dualidad, el significado semántico del lenguaje informal; en especial, sobre la dualidad del significado de “ser”; sobre si “es” significa que “es un miembro del tipo de lo expuesto” o “es idéntico a lo expuesto”. Por tanto un caballo blanco no es lo mismo que un caballo. Falacias del lenguaje…
Gongsun Long dice de sí mismo:
“Cuando era un muchacho estudié la doctrina de los antiguos soberanos, ahora en mi madurez he alcanzado a comprender la práctica de la benevolencia y de la justicia; ahora soy capaz de unir la identidad y la diversidad, y de distinguir “lo duro y lo blanco”, de hacer verdadero lo que no es verdadero y posible lo que no es posible; de poner en evidencia los conocimientos de las cien escuelas filosóficas y de dejar sin respuestas a las bocas de los dialécticos”.
Zhuang zi (369-290 a d J.C) en la obra que lleva su nombre, en el último libro: “Za pian”, en su último apartado “Bajo el cielo” dice:
“Pensaba Hui Shi que esto era digno de ser tenido en gran consideración por todo el mundo y se lo enseñó a los dialécticos. Y, así, los dialécticos del mundo entero harto se holgaron con estas cuestiones: “Los huevos tienen plumas”, “Las gallinas tienen tres patas”…., “Las ranas tienen cola”,....,“El cachorro no es un perro”,.....,“El perro blanco es negro”…,“A un palo de un pie de largo, si cada día le van quitando la mitad, en diez mil generaciones aún no se habrá terminado”.
Con estas cuestiones respondían los dialécticos a Hui Shi y, así, se pasaban toda la vida sin nunca acabar.
Huan Tuan y Gongsun Long se contaron entre los numerosos dialécticos. Confundían la mente de los hombres y mudaban su ánimo. Eran capaces de cerrar la boca a los demás, pero no de conquistar sus corazones. Son los límites en que está encerrado el dialéctico.
Hui Shi no había día que no discutiera usando su ingenio. Fue él, entre los dialécticos, el que más particularmente fabricó desconcertantes paradojas. Así era en términos generales.
Hui shi, empero, en sus coloquios, teníase por el más sabio. Decía: “¡Cuán grandes son el Cielo y la Tierra!” Hui Shi tenía un gran corazón, más el arte le faltó.
Huang Liao, un hombre poco común, un día le preguntó por qué el Cielo no se derrumba y la Tierra no se hunde y, el porqué de los vientos y las lluvias, de los rayos y los truenos. A todo ello respondió Hui Shi, sin dar señal alguna de modestia y sin cuidarse de reflexionar. Habló de todos los seres, y habló, y habló sin parar y, tanto que, nunca acababa. Y, como aún, le parecía poco, añadía razones fantásticas y extravagantes. Tomaba por real lo que es contrario a la humana razón y buscaba la fama confundiendo a sus oponentes. Por eso, nunca convenía con los demás. En virtud, débil; y fuerte en lo tocante a las cosas, siguió su angosto camino. Desde el punto de vista del Tao del Cielo y de la Tierra, el talento de Hui Shi fue como el vano esfuerzo de un mosquito o de un tábano. ¿De qué utilidad fue para los seres? De haber sabido usar de su arte para llegar a la plenitud, puede que así se hubiese considerado capaz de muy valiosas las palabras, y hubiese estado muy cerca del Tao. Pero Hui Shi no podía contentarse con esto. Se dispersó en las cosas, incansable y, al final, ganó gran fama de hábil dialéctico. ¡Qué pena! Hui Shi dilapidó su talento y nada obtuvo; corrió tras las cosas sin saber retornar. Fue querer ahogar el eco gritando, querer correr más deprisa que la propia sombra. ¡Lástima!.”
Y, así, acaba la obra “Zhuang zi”.
Se me viene a la cabeza Sócrates…
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