Horacio Fumero en Valencia en el Jimmy Glass acompañado de Albert Bover
Dentro de los duetos del Jimmy Glass de Valencia, en esta ocasión fue un dueto de pago, naturalmente era un dueto de altura y no ocasional si no con proyecto común: Albert Bover, piano y Horacio Fumero, contrabajo, presentaban su Caminhos Cruzados. Las formaciones de dueto son arriesgadas a la vez que enriquecedoras. Hace unos meses pudimos disfrutar de Gorka Benítez, saxo tenor y David Xirgu, batería presentando A marte otra vez, un atrevido proyecto, saxo y batería, fue en el C.Cultural Octubre, donde el riesgo se convirtió en belleza y ahora también disfrutamos con un dueto, piano y contrabajo, de verdadero lujo, rico, rico, rico, y algo más.
La sesión comenzó sin respiro Albert Bover deshacía una madeja de temas de Theleonius Monk sin interrupciones y con la sutileza de sus dedos sobre las teclas del piano enlazaba lo que hoy son grandes standar del jazz; un desarrollo a lo McCoy Tyner con la elegancia de un Tete Montoliu pero al más puro estilo Bover, de fraseo suelto, ingenioso, bien sincopado, labrado durante años, lo que entre otros reconocimientos le ha llevado a ser nombrado artista Steinway desde el 2007. Horacio Fumero caminaba junto a él o redondeaba los fraseos o se lanzaba en busca de caminos paralelos dando, entre ambos, a aquel continuo y compacto tributo a Thelonious Monk una consistencia llena de variedad, de colorido y de unidad de espíritu, espíritu Monk, que solo se interrumpía en nuestras mentes con el reconocimiento de los temas, al ser remarcados. Una clase magistral y absoluta delicia. Y, eso, para empezar.
Después hubo un respiro y un giro, se presentó Old Bottle, New Wine, un tema de Albert Bover con el que nos mostró su buen hacer como compositor, con su sonido característico, fluído y muy bien marcado, y pasaron a una balada The meaning of the blues, original de Bobby Worth pero que Miles Davis y Gil Evans dieron a conocer y la versionaron en su álbum Miles Ahead como The meaning of the Blues/Lament (un ensayo con dos baladas del mismo tono: Gm, de Gil Evans) y cuyo Lament, de J.J.Johnson, Tete Montoliu solía incluir en su repertorio; una balada realmente bella. Y siguieron con más temas de su álbum, Caminhos Cruzados, editado por Karonte, en ellos Fumero, que, naturalmente, es atraído por sus raíces, por su folclore, se impregnó de las cadencias sureñas, entre ellas un tango El corazón al sur, de Eladio Blásquez, que al presentarlo le brillaron los ojos, o el precioso tema que da título al álbum Caminhos cruzados de Jobim. Gran conexión entre ambos músicos, sonrisas, miradas de complicidad y caras de satisfacción. Un muy buen tándem.
Tantas cosas se reúnen en mi cerebro que no sé por donde empezar, tantos datos, tantas sensaciones, tanta historia, que tendréis que perdonar si me expreso con un cierto desorden pero debo intentar dar sentido a todo lo que unas horas destaparon de mi memoria y, que por supuesto, quiero compartir con vosotros.
El pasado, martes 18 de enero, día del concierto, había una gran expectación entre los jazzeros de Valencia y hubo un gran recibimiento para con Horacio Fumero, tal fue que de inmediato se sintió como en casa, después de tantos años de ausencia.
Voy a centraros. A finales de los 70, en el centro histórico de Valencia, en la plaza de la Santa Cruz, en el barrio de El Carmen, muy cerca del Jimmy Glass, había un local enorme que se llamaba Tres Tristes Tigres, más tarde se llamó 1894 creo, abierto desde el glorioso año 1976 por el hermano mayor de Perico Sambeat, de hecho fue allí donde Perico empezó a entender y a enamorarse del jazz, y al que se pegó Julio Martí consiguiendo el milagro porque en Tres Tristes Tigres se podía escuchar el jazz, en directo, de grandes músicos y casi en familia y, además, de ahí, nació la actual cuna del jazz valenciano, cuyo brillo incipiente comenzó en otro local, Barro, que estaba en la calle Ripalda del mismo barrio. Pues de esos Tristes Tigres surgieron grandes músicos y maestros como el guitarrista Carlos Gonzálbez, que autodidacta, confiesa que el haber tocado todas las noches en los Tigres fue lo que le llevó a entender y dominar el lenguaje jazz; Donato Marot, un pianista impetuoso que desarrollaba temas llegando al éxtasis; Lluis Llario, marcando el rítmo con su contrabajo magistralmente, ellos formaron el grupo Valencia Jazz y por allí desfilaron muchos más músicos que se adentraban en la resurrección del jazz valenciano, para alegría de todos, como Ximo Caffarena, Salvador Faus y como Jeff Jerolamon que llegó en los 80. Después llegarón a Valencia músicos increíbles como Paul Stocker o, más tarde, Dave Schnitter y se abrieron paso músicos como Perico Sambeat, Joan Soler, Ramón Cardo, Ricardo Belda, innumerables músicos valencianos amantes del jazz a nombrar, pero no es este el momento, que han hecho posible con su música y su maestría un ambiente jazzístico en nuestra ciudad. Valencia ya antes de la dictadura había gozado de un gran ambiente jazzista, sobre todo en la zona de Russafa y la zona del centro, donde abundaban los cafés con orquesta en directo o con un piano abierto a la inspiración del momento de músicos, poetas o músicos-poetas.
Y retomo el hilo. En aquellos gloriosos años de incertidumbre e ilusión de finales de los 70, tras la muerte de Paquito. Un día nos aterrizó Horacio Fumero, que había salido de su Argentina natal, en una gira europea junto al gran Gato Barbieri y, al acabarla, no tenía muchas ganas de volver a su país sometido, entonces, bajo la bota militar. Horacio tuvo el privilegio de llegar a Valencia en una época gloriosa, los inicios del post franquismo y dice: “se vivía una fiesta de libertad continuada” y es verdad, se vivía la ilusión, la esperanza, el sueño de la revolución, la ciudad bullía de alegría, de teatro, de cine, de música y de una desconocida libertad que se saboreaba sin noción del tiempo.
Horacio, a finales de los 70, subió al escenario de los Tres Tristes Tigres y estos le sonrieron, todo el mundo le recibió como lo que es, un gran músico y una gran persona, nos estuvo deleitando durante noches con un sonido de contrabajo que ya entonces era de absoluta calidad. Y por eso, más tarde, fue llamado a tocar con Tete Montoliu. Por entonces, Horacio y Tete compartieron escenario en un concierto memorable en el Club Perdido Jazz. Perdido era un club de jazz situado en la calle Sueca del barrio de Russafa, al que se bajaba por unas escaleras anchas hasta toparte con unas inmensas cortinas rojas, muy gruesas y pesadas que amortizaban totalmente el sonido de la música del local. Pepe presidía el local, estaba en la barra, una pequeña barra situada a la derecha y el publico se reunía junto a ella o en los bancos corridos que había entre las múltiples columnas cuadradas que sujetaban el edificio. En ocasiones Perdido estaba tan abarrotado que la gente se apretujaba sentada en el suelo, para escuchar a los grandes músicos que pasaban por su pequeño escenario pero que contaba con un fabuloso piano de cola.
A raíz del encuentro entre Tete y Horacio vino una colaboración de casi veinte años entre ambos, acompañados por el querido Peer Wyboris a la batería, que falleció el 23 de agosto del 2008. Y, así, Horacio salió de Valencia, a Madrid, a Barcelona, al mundo entero, le perdimos de vista. Eso fue hace muchos años pero cuando Horacio llegó la otra noche al Jimmy se le esperaba con cariño, con la expectación que surge tras una larga espera, Horacio Fumero estaba guardado en el recuerdo y en el corazón de muchos de nosotros, como un miembro más de la familia.
Horacio empezó de chiquito tocando la guitarra pero cuando con 12 años vio a Kicho Díaz (tanguero) con Astor Piazzola se enamoró del contrabajo y supo que ese sería su instrumento. Y así nació Horacio Fumero, un contrabajista cuya mano derecha consigue, gracias a su punto justo entre lo blando y lo rígido percutir las cuerdas de tal forma que consigue darles la amplitud de vibración justa, redonda. Parece fácil pero no, eso es maestría y Horacio tiene esa maestría en sus dedos, el sonido es lo primero que te impacta, después su dominio de las escalas, su sentido del ritmo y su progresión rítmico-melódica que te atrapa por su sencillez, su técnica y su sabiduría y con ese toque de sabor que lleva en la sangre.
La otra noche en el Jimmy Glass nos mostró progresiones magistrales, percutió, rasgueo, soltó, glissandó, vibró las cuerdas con su arco, traía todo para devolvernos a aquel Horacio, ahora enriquecido, que sobre el enorme escenario de los TresTristes Tigres ya sonaba llenando todo el inmenso local con la redondez de su sonido, con sus agudos que se extendían en el tiempo para perderse y ser abrazos por unos graves que caminaban al compás con la melodía y los atrapaban.
Recuperamos a un Horacio Fumero con letras mayúsculas pero sencillo, cercano, un Horacio con un camino sin interrupciones que fluye por el buen jazz. En este caso al lado del gran pianista Albert Bover que desgrana los temas con una sutil elegancia y un muy buen hacer. Un dueto que fue un placer disfrutar, entre la emoción del reencuentro, la calidad de los temas y la maestría y, por tanto, sencillez de los músicos.
Hubo dos bises, a petición del publico volvieron al escenario, donde Fumero nos abrió su corazón y nos explicó cuando llegó a Valencia en los 70 y lo importante que fue esta ciudad en su vida y nos contó que compone pocos temas pero que todos tiene nombre de pájaro y nos tocó Carancho. Y, como no, nos contó que su encuentro con Tete Montoliu surgió cuando estaba en Valencia. Y, en ese momento, Tete estuvo entre nosotros, la emoción embargaba y nos regalaron el único tema que en bises Tete tocaba, su Jo Vull Que M’Acaricis, Albert nos devolvió desde la memoria a aquel gran Tete Montoliu. Un sin palabras.
http://www.youtube.com/watch?v=NSkIHrDCOIo
Horacio Fumero se encontró en casa, después de tantos años y gracias a Jimmy Glass, así que se arrancó en un homenaje de agradecimiento para Chevi, que nos lo hizo posible, con uno de los mejores locales de jazz; que, además, como toca el contrabajo los músicos pueden venir a las actuaciones “de rositas” porque el contrabajo de Chevi es un muy buen contrabajo.
Bueno, ha sido difícil espero que no hayáis atragantado o perdido por el camino pero no es fácil explicar tantas cosas cargadas de tanta emoción y quisiera guardalas despacio de nuevo con las otras en mi memoria pero sobre todo en el corazón.
Solo agradecer a Horacio Fumero que nos haya visitado después de tanto tiempo y a Albert Bover, que ya disfrutamos en otro concierto memorable hace unos meses, agradecerle que haya vuelto y haya hecho esto posible, y agradecer a los dos su música y su buen hacer. Gracias, gràcies.
http://www.myspace.com/horaciofumero
http://www.myspace.com/albertbovermusic
Horacio Fumero en Valencia en el Jimmy Glass acompañado de Albert Bover
Dentro de los duetos del Jimmy Glass de Valencia, en esta ocasión fue un dueto de pago, naturalmente era un dueto de altura: Albert Bover, piano y Horacio Fumero, contrabajo. Las formaciones de dueto son arriesgadas a la vez enriquecedoras. Hace unos meses pudimos disfrutar de Gorka Benítez, saxo tenor y David Xirgú, batería presentando A marte otra vez, fue en el C.Cultural Octubre, donde el riesgo se convirtió en belleza y ahora también disfrutamos con un dueto de verdadero lujo, rico, rico, rico; y algo más.
La sesión comenzó sin respiro Albert Bover deshacía una madeja de temas de Theleonius Monk sin interrupciones con la sutileza de sus dedos sobre las teclas del piano enlazaba lo que hoy son grandes standars del jazz; un desarrollo a lo McCoy Tyner pero con la contenida elegancia de un Tete Montoliu pero al más puro estilo Bover que como Tete emergió de las raíces clásicas pero él las lleva impresas en sus genes.
Después hubo un respiro y un giro, se presentó un tema de Bover Old Bottle New Wine y un blues The meaning of the blues que atribuyeron a Miles Davis, pero es de Bobby Worth y pasaron a tocar más temas de su álbum Caminhos Cruzados, editado en el 2008 por Karonte. En ellos Fumero, que también es atraído por las raíces de su folclore se impregnó de las candencias sureñas entre ellas un tango “El corazón al sur”, de Eladio Blásquez o el precioso tema que da título al álbum Caminhos cruzados de Jobim.
Tantas cosas se reúnen en mi cerebro que no sé por donde empezar, tantos datos, tantas sensaciones, tanta historia, que tendréis que perdonar si me expreso con un cierto desorden pero debo intentar dar sentido a todo lo que unas horas destaparon de mi memoria y, que por supuesto, quiero compartir con vosotros.
El pasado, martes 18 de enero, día del concierto, había una gran expectación entre los jazzeros de Valencia y hubo un gran recibimiento para con Horacio Fumero, tal fue que de inmediato se sintió como en casa, después de tantos años de ausencia.
Voy a centraros. A finales de los 70, en el centro histórico de Valencia, en la plaza de la Santa Cruz, en el barrio de El Carmen, muy cerca del Jimmy Glass, había un local enorme que se llamaba Tres Tristes Tigres, más tarde se llamó 1894 creo, abierto desde el glorioso año 1976 por el hermano mayor de Perico Sambeat, de hecho fue allí donde Perico empezó a entender y a enamorarse del jazz, y al que se pegó Julio Martí consiguiendo el milagro porque en Tres Tristes Tigres se podía escuchar el jazz, en directo, de grandes músicos y casi en familia y, además, de ahí, nació la actual cuna del jazz valenciano, cuyo brillo incipiente comenzó en otro local, Barro, que estaba en la calle Ripalda del mismo barrio. Pues de esos Tristes Tigres surgieron grandes músicos y maestros como Carlos Gonzálbez, que autodidacta, confiesa que el haber tocado todas las noches en los Tigres fue lo que le llevó a entender y dominar el lenguaje jazz; Donato Marot, un pianista impetuoso que desarrollaba temas llegando al éxtasis; Lluis Llario, marcando el rítmo con su contrabajo magistralmente, ellos formaron el grupo Valencia Jazz y desfilaron muchos más músicos que se adentraban en la resurrección del jazz valenciano, para alegría de todos, como Ximo Caffarena, Salvador Faus y como Jeff Jerolamon que llegó en los 80 o Paul Stocker o más tarde Dave Schnitter dando paso a músicos como Perico Sambeat, Joan Soler, Ramón Cardo, Ramón Belda, innumerables músicos valencianos amantes del jazz a nombrar pero no es este el momento. Valencia ya antes de la dictadura había gozado de un gran ambiente jazzista, sobre todo en la zona de Russafa y la zona del centro, donde abundaban los cafés con orquesta en directo o con un piano abierto a la inspiración del momento de músicos, poetas o músicos-poetas.
Y retomo el hilo. En aquellos gloriosos años de incertidumbre e ilusión finales de los 70, tras la muerte de Paquito. Un día nos aterrizó Horacio Fumero, que había salido de su Argentina natal, en una gira europea junto a Gato Barbieri y al acabarla no tenía muchas ganas de volver a su país sometido, entonces, bajo la bota militar. Horacio tuvo el privilegio de llegar a Valencia en una época gloriosa, los inicios del post franquismo y dice: “se vivía una fiesta de libertad continuada” y es verdad, se vivía la ilusión, la esperanza, el sueño de la revolución, la ciudad bullía de alegría, de teatro, de música y de una desconocida libertad que se saboreaba sin noción del tiempo.
Horacio subió al escenario de los Tres Tristes Tigres y estos le sonrieron, todo el mundo le recibió como lo que es, un gran músico y una gran persona, nos estuvo deleitando durante noches con un sonido de contrabajo que ya entonces era de absoluta calidad. Y por eso, más tarde, fue llamado a tocar con Tete Montoliu. Por entonces, Horacio y Tete compartieron escenario en un concierto memorable en el club Perdido, Perdido era un club de jazz situado en la calle Sueca del barrio de Russafa, al que se bajaba por unas escaleras anchas hasta toparte con unas inmensas cortinas rojas, muy gruesas y pesadas que amortizaban totalmente el sonido de la música del local. Pepe presidía el local, estaba en la barra, una pequeña barra situada a la derecha y el publico se reunía junto a ella o en los bancos corridos que había entre las múltiples columnas cuadradas que sujetaban el edificio. En ocasiones Perdido estaba tan abarrotado que la gente se apretujaba sentada en el suelo, para escuchar a los grandes músicos que pasaban por su pequeño escenario pero que contaba con un fabuloso piano de cola.
A raíz del encuentro entre Tete y Horacio vino una colaboración de casi veinte años entre ambos, acompañados por el querido Peer Wyboris a la batería, que falleció el 23 de agosto del 2008. Y, así, Horacio salió de Valencia, a Madrid, a Barcelona, al mundo entero, le perdimos de vista. Eso fue hace muchos años pero cuando Horacio llegó la otra noche al Jimmy se le esperaba con cariño, con la expectación que surge tras una larga espera, Horacio Fumero estaba guardado en el recuerdo y en el corazón de muchos de nosotros, como un miembro más de la familia.
Horacio empezó de niño tocando la guitarra pero cuando con 12 años vio a Kicho Díaz (tanguero) con Astor Piazzola se enamoró del contrabajo y supo que ese sería su instrumento. Y así nació Horacio Fumero, un contrabajista cuya mano derecha consigue, gracias a su punto justo entre lo blando y lo rígido percutir las cuerdas de tal forma que consigue darles la amplitud de vibración justa, redonda. Parece fácil pero no, eso es maestría y Horacio tiene esa maestría en sus dedos, el sonido es lo primero que te impacta, después su dominio de las escalas, su sentido del ritmo y su progresión rítmico-melódica que te atrapa por su sencillez, su técnica y su sabiduría y con ese toque de sabor que lleva en la sangre.
La otra noche en el Jimmy Glass nos mostró progresiones magistrales, percutió, rasgueo, soltó, glissandó, vibró las cuerdas con su arco, traía todo para devolvernos a aquel Horacio ahora enriquecido que sobre el enorme escenario de los TresTristes Tigres ya sonaba llenando todo el inmenso local con la redondez de su sonido, con sus agudos que se extendían en el tiempo para perderse y ser abrazos por unos graves que caminaban al compás con la melodía y los atrapaban.
Recuperamos a un Horacio Fumero con letras mayúsculas pero sencillo, cercano, un Horacio con un camino sin interrupciones que fluye por el buen jazz. En este caso al lado del gran pianista Albert Bover que desgrana los temas con una sutil elegancia y un muy buen hacer. Un dueto que fue un placer disfrutar, entre la emoción del reencuentro, la calidad de los temas y las maestría de los músicos.
Hubo dos bises, a petición del publico volvieron al escenario, donde Fumero nos abrió su corazón y nos explicó cuando llegó a Valencia en los 70 y lo importante que fue esta ciudad en su vida y nos contó que compone pocos temas pero que todos tiene nombre de pájaro y nos tocó Carancho. Y, como no, nos contó que su encuentro con Tete Montoliu surgió cuando estaba en Valencia. Y, en ese momento, Tete estuvo entre nosotros, la emoción embargaba y nos regaló el único tema que Tete tocaba suyo Jo Vull Que M’Acaricis, Albert nos devolvió desde la memoria a aquel gran Tete Montoliu. Un sin palabras.
http://www.youtube.com/watch?v=NSkIHrDCOIo
Horacio Fumero se encontró en casa, después de tantos años y gracias a Jimmy Glass, así que se arrancó en un homenaje de agradecimiento para Chevi, que nos lo hizo posible, uno de los mejores locales de jazz; que, además, como toca el contrabajo lo músicos pueden venir a las actuaciones “de rositas” porque el contrabajo de Chevi es un muy buen contrabajo.
Bueno, ha sido difícil espero que no hayáis atragantado o perdido por el camino pero no es fácil explicar tantas cosas cargadas de tanta emoción y quisiera guardalas despacio de nuevo con las otras en mi memoria pero sobre todo en el corazón.
Solo agradecer a Horacio Fumero que nos haya visitado después de tanto tiempo y a Albert Bover, que ya disfrutamos en otro concierto memorable hace unos meses, agradecerle que haya hecho esto posible y agradecer a los dos su música y su buen hacer. Gracias, gràcies.
http://www.myspace.com/horaciofumero
http://www.myspace.com/albertbovermusic
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