Aún dicen que el pescado es caro Joaquín Sorolla
http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/1394.htm
Joaquín Sorolla y Bastida, nació en Valencia en la calle flasaders, 4, o calle de las mantas, una travesía de la calle Calabazas, junto al Mercado Central. Fue un 27 de febrero de 1863. Desde pequeño todos observaron que su arte era el dibujo y aunque pretendían adentrarlo en otros oficios tuvieron que cambiar de parecer.
Los poblados marítimos separaban a la capital, Valencia, del mar. Era zona de barracas, de marjales, pasto de mosquitos y de incendios hasta que la construcción del dique del puerto paró las corrientes marinas que venían del sur arrasando la costa y las arenas se asentaron trastocando la faena de sus habitantes, pescadores que utilizaban una ingeniosa técnica de pesca, la pesca del bou, pesca de arrastre con barcazas de vela que con la ayuda de la fuerza animal podían arrastrar grandes redes rellenas de una abundante cantidad de pescado hasta la orilla. Este tipo de pesca revolucionaria, algunos dicen preindustrial, nació en el Cabanyal. Pero al crecer las zonas de arena de las playas, los bueyes tenían que hacer recorridos más largos para llegar a la orilla, lo que dificultaba su trabajo y las extensas playas atrajeron otro paisaje humano que aprovechaba la playa como espacio de ocio y lo que antes era área de sustento y de trabajo para los habitantes de la zona fue invadido por habitantes de la capital que querían tomar sus baños y se sentían molestos por los bueyes que olían mal y dejaban sus excrementos y, bla, bla, bla, bla, blá.
Así es que estas artes de la pesca se fueron perdiendo. Continuó la pesca al rall, una red sujeta con dos manos y la boca y que se lanzaba al mar con un golpe de muñeca preciso y, hasta no hace mucho, también la pesca de caña y el rastrillo, donde un hombre o mujer se adentraba en el agua con un rastrillo y una red e iba extrayendo las tellinas y amontonándolas sobre la arena de la playa y que, después, se vendían o se preparaban en los bares de la zonas. Pervivían pequeñas barcas y los astilleros, pero poco a poco aquel Cabanyal marinero se fue perdiendo.
Pero allí estuvo Sorolla, Joaquín, empapándose de la sal, de la luz, del bullicio y la algarabía humana que daba vida a aquel pequeño trozo marinero del universo donde se mezclaban sudor y lágrimas con risas y felicidad.
Se decía, y todavía se percibe, que Valencia daba la espalda al mar. La costa pertenecía a los poblados marítimos, pequeños poblados que marcaban sus fronteras con las acequias: el Grao, separado por la acequia del Riuet del Canyamelar, algunos dicen que se llama así porque había plantada caña de azúcar; a su vez, separado por la acequia d’en Gasch o Pixavaques del Cabanyal; la acequia dels Angels que daba paso a la Malvarrosa, donde el francés Felix Robilard, jardinero mayor del Jardín Botánico de Valencia en 1848 cubrió el terreno pantanoso de tierra y plantó unos tres kilómetros de la planta malva rosea, Malvarrosa, Altea, y, por último, la acequia de La Cadena que daba paso al Cap de França, la parte más norte de cara a Francia y donde estaba la fábrica de perfumes y jabones que el francés Robillard erigió.
http://fichas.infojardin.com/perennes-anuales/althaea-rosea-malva-real-malvarrosa-altea.htm
http://www.museudelperfum.net/?q=es/areaconsulta/fabricantes/consulta&id=51447
http://intercentres.cult.gva.es/intercentres/46013086/web_vieja/html/html04/FAMILIAROBILLARD.htm
He visto las barcas de los pescadores, pequeñas barcas de madera, con un nombre pintado en el lateral de su proa, generalmente de mujer, descansando sobre la arena de la playa y me he tumbado junto a ellas al resguardo del sol, para contemplar la luz y el mar; después he ido a comer los capellanets, pequeños bacalaos secados al sol sobre paneles construidos con cañas, pasados por la llama del fuego y servidos calentitos con un poco de aceite de oliva virgen y que ibas desmigando para saborearlos, manchándote las manos de negro y chupándote los dedos donde, también, encontrabas aromas de salitre. He comido tellinas recién rastrilleadas de la orilla de la playa y he visto a los calafates serrando los troncos y montando el esqueleto de un barco como la espina de un pez en los astilleros Palau, junto a la playa.
Y, un día soleado, tranquilo, con el sonido de las olas rompiendo suave en la orilla, a lo lejos, me encontré al oráculo sentado junto a la valla de madera de las Termas Victoria, termas de agua salada de mar a las que acudían de todas partes para darse los baños en las enormes bañeras de granito gris-marrón. Mujeres con problemas de circulación o de piel que llegaban, algunas desde Zaragoza en taxi solo a tomar los baños.
Me encontré al oráculo, un hombre muy mayor sentado sobre la arena, tras la valla de madera y me dijo la hora sin reloj, encorvado por la edad, medio ciego, me dijo la hora, la sabía por la sombra que marcaba sobre la arena su bastón de caña, que llevaba en sus manos y con el que se ayudaba para levantarse. El anciano me explicó que Sorolla, llegaba por aquel tramo a la playa, junto a las Termas, para pintar. Guardaba sus aparejos en la Escuela Naval que había enfrente y hacía unos días que él había entrado en la Escuela abandonada y había visto restos de pinturas, caballetes, lienzos y pruebas de color en la pared.
Joaquín Sorolla llegaba temprano a la playa, con sus telas y pinturas, con sus cañas y telas con las que improvisaba una tienda sin techo para protegerse del viento y si el lienzo era muy grande se protegía con paneles de madera. Vestía elegante, o era elegante, y protegía su cabeza con un sombrero blanco panamá; también, así, protegía sus ojos de la luz que poco a poco iba trasladando al lienzo con esos blancos contrastados con una magia reflexionada, interiorizada y encarnada en pinceladas conjuntas.
Llegaban los bueyes, sonaban los cencerros, mugían. Los pescadores tenían en perfecto orden redes y velas. Los bueyes ayudaban a la entrada de las barcazas en las aguas tranquilas de fondo de arena, de bancos y, horas más tarde, tiraban con más fuerza las barcas y las redes repletas de peces que, conforme se iban aproximando, aumentaban su actividad, dando saltos de brillos marinos y argentados.
El día tenía otros momentos, otras luces, de ocio, de baños, de paseos por la orilla. Los niños eran los que más disfrutaban de las olas y del sol y de la suavidad de la arena húmeda. Las mujeres, elegantes, paseaban con sus pamelas. En las cabañas, a la sombra de los techos de cañizo, las mujeres de los marineros cosían las velas o preparaban la comida, la luz se filtraba y dotaba de una magia especial lo cotidiano, azul, blanco, plata, lila, verde. El pintor podía ver todos los colores y darles formas.
http://www.ceyd.org/beest/pdfs/KBNL%20%28parte%2001%29.pdf
http://www.comarcarural.com/comarcacultural/arte/joaquinsorolla/bio_texto.htm
Otras obras:
Trata de blancas: Interior de un tren. Bajo la mirada vigilante de la celestina de turno, cuatro muchachas son transportadas a un burdel. Ellas dormitan serenamente en distintas posiciones. Los fardos de ropas, los mantones, y las faldas arremolinadas ponen una nota luminista: http://1.bp.blogspot.com/_2jeLYamX_RA/Sq1UEWj8uvI/AAAAAAAAFKg/O5TUhmZBEyc/s1600-h/Trata+de+blancas+2.jpg
El Pescador: http://4.bp.blogspot.com/_3a37OOIAFmI/TOw1ez6uX9I/AAAAAAAACVU/42OPd_N5FJo/s1600/ARTE+SOROLLA+EL+PESCADOR.jpg
Sus obras: http://www.jdiezarnal.com/pintura/sorolla.html
Biografía: http://www.jdiezarnal.com/sorollabiografia.html
Videos interesantes:
http://www.youtube.com/watch?v=UQCckQepRb4
http://www.youtube.com/watch?v=lsxsuGB8R3U
http://www.youtube.com/watch?v=Ko1CWG-F2cE
http://www.youtube.com/watch?v=-Y-phyuHs4A
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