Jazz is alive!
Alive or not alive, is that the question?
Tras la resaca del Festival de Jazz Contemporáneo del Jimmy Glass de Valencia vuelven músicos que nos hicieron disfrutar en mayo, con las flores, de una prometedora primavera, como el baterista Ted Poor, que ante el deseo inconsciente que había surgido, escasas horas antes del concierto, en mi interior de ver un clarinete bajo en acción, tras escuchar a Marcus Miller con Eric Clapton, vino con el increíble Joris Roelofs, otro bad touch que nos noqueó con música bien elaborada y bien tocada; bien es poco, increiblemente elaborada e increiblemente tocada. El trío de Joris lo cerraba el bajista Matt Penman que estuvo en el Festival del Palau con una atrevida oferta, dos bajistas y dos batería. Calidad indescriptible la del clarinete bajo en las manos y labios de Joris Roelofs que nos regaló una alucinante buena introducción del tema Sophisticated Lady y un, aún más increíble, desarrollo, de una belleza insospechada. El clarinete bajo tiene una tesitura amplia y variada, de los graves del fagot a los agudos del clarinete pasando por medios del metal del saxo; la madera ofrece sonoridades que se redondean con amplitud y las características del instrumento lo dotan de unos agudos metálicos que se refugian en ellas. Matt Penman iba envuelto de roble y caoba con vaporosidad de canela y Ted bordaba el encaje sin necesidad de parodias o espasmos, solo matices y cadencias ondulantes que iban fluctuando como las olas del mar al llegar a la costa, rizándose, arrastrándose, susurrando y salpicando unas gotas al aire. Cerraron con un tema de Parker ¡Qué más se puede pedir!
El festival del Jimmy Glass de Jazz Contemporáneo ha sido una de las propuestas más innovadoras, interesante y arriesgadas de estos lares. ¡Dios! No hay palabras para agradecer tanto que hemos recibido y disfrutado, aunque el cuerpo y la mente hayan precisado de un largo reposo para digerir, disfrutar y guardar tan grandes regalos. Y ahí están flotando en las mentes y entre los ventiladores del Jimmy o revoloteando alrededor de la rosa de la barra, la guitarra de Mike Moreno, el saxo de Will Vinson (que regresa ya en breve), el bajo de Orlando le Fleming y la batería de Joechen Rueckert.
El baterista que nos conquistó las sístoles y diástoles, Rudy Royston, en un quinteto que no tenía desperdicio, variado y rico. En el que Aruan Ortiz hacia guiños al gran Beethoven y su quinta en su introducción de The song is you y que en una pieza dedicada a su maestro se soltó, dejó que los espíritus de los pianistas que admira le poseyeran y terminó tocando hasta con los codos. Acompañado por el bajista Janisch, Michael Janisch, poderoso e incansable que a la par con Rudy sentaron la base de un buen cultivo en el que Raynald Colom alzaba su trompeta frenética al éxtasis y Greg Osby nos mostró su sonido especial de un saxo Osby ¡único!, como una guinda que reposa suavemente dando el toque perfecto a un quinteto increíble.
Luego otro saxo, otra manera, David Binney acompañado del pianista John Escreet, del bajista Matt Brewer y el baterista Antonio Sánchez con la contención, la perfección,.... el público emocionado de tanto bueno.
Otro cuarteto, con el guitarrista Mikkel Ploug que nos traía sus nuevas composiciones, hermosas e interesantes como es la vía habitual de su trabajo musical y acompañado del saxofonista adorable Mark Turner que nos elevó a la décima potencia y nos regaló una preciosa sonrisa, arropados por el bajista Jonas Westergard, poderoso y preciso, y el baterista Sean Carpio que en su solo pulverizó el cristal de la noche con sus baquetas que alternaban el redoble y el metal con un ritmo prodigiosos hasta fundir el cristal y ofrecérselo convertido en cuencos a Ploug y Turner donde ellos depositaban las melodías de Harmoniehof que nos trajeron en forma de CD para disfrutar en casa.
Lo sé, es mucho, pero mucho más es todos estos milagros en dosis de dos a la semana. Osease que tomároslo como queráis porque a mi me ha costado ir guardando los regalos en su adecuado lugar. Como un trío flipante que iba hacia lo étnico. Javier Vercher con su saxo tenor, que no para de sorprender y que va repasándose por los registros más magistrales, como quien reflexiona, acompañado de un increíble Lionel Loueke que percutía su bajo como si fuera el padre de Jaco y cantaba temas que te llevaban a otros paisajes, al sur, en los que su voz formaba parte de ellos y sus dedos recorrían el traste innovando formas tan antiguas y un Borja Barrueta con una batería de metales cortantes y afilándose y caja con toques tribales. ¡Sin palabras! La oferta de jazz de Vercher se adentraba en el camino de los mensajeros y en un 11 del 11 del 11 que cobró un significado especial para los amantes del jazz.
Y, así, una vez más descubríamos que no hay que ir lejos para escuchar buenas ofertas musicales, que gozamos del privilegio de contar con muy buenos músicos al alcance de la mano, aunque se echó en falta a nuestro Vicente Espí en la programación y es que, al parecer, está preparando un nuevo proyecto que pronto nos presentará para nuestro deleite, pues Espí ha tomado un camino messenger pero hacia el refinamiento y la cuarta dimensión.
Dentro del panorama de “nuestros lares” ¡como no! no podía faltar la propuesta de gran Perico Sambeat que siempre nos sorprende y nos trae músicos increíbles de todas partes. Esta vez arrasó con un quinteto con aires o modos sesenteros y ahondando en lo electrónico que ya va perfilando. Ritmos increíbles, propuestas alegres, con una parte electrónica que se despierta con el rap y va rozando el mod, el boogaloo, el smooth o la psicodelia, que recuerda a las películas de los 60 y a Don Ellis. Acompañado de globaliraridad: al piano por Eric Legnini; a la guitarra nuestro ya querido vecino Andre Fernandes; por Thomas Bramerie al contrabajo y, ni más ni menos, que por Jeff Ballard a la batería. Si es que Perico sabe dónde y con quién tocar: en todas partes y con todo el mundo. ¡Conciertazo!
Y, para acabar el festival, Chevi nos dió un cuarteto flipante: Emilio Solla, un pianista que esperamos que regrese una mil veces más, que había estado comiendo en Vinaroz y parece que con algún langostino se inoculó del virús Carles Santos pues percutía las cuerdas del piano y viajaba por las teclas como un poseso acompañado por el saxofonista Chris Cheek que ponía el toque de cordura en la aventura, al bajo con nuestro querido Edward Pérez, siempre un placer escucharle, y a la batería con nuestro entrañable David Xirgu, ¡No hay palabras!. Concierto memorable e inolvidable y esperamos contar con el tan cercano Emilio Solla en más ocasiones, parece que él espera lo mismo. A destacar del cuarteto algo realmente increíble y que no se nos olvide porque sea silencio pero es que fue un silencio de muuuchos compases donde los músicos quedaron petrificados, Edward parecía una estatua viviente de las Ramblas, y en el que el público duplicó el silencio ¿no es un milagro?. Gracias, por el concierto, gracias, gracias, gracias a los cuatro. ¡Buenísimo!
Bueno, pues me ha costado pero creo que he recuperado para vosotros lo irrecuperable, no me veía capaz, es... ¡tanto!.
Gracias a todos por traernos tanto jazz, tanto bueno... y gracias a Jimmy Glass por hacerlo posible y a Chevi, el promotor del milagro, por arriesgarse con los tiempos que corren y llevarlo a cabo.
Esperamos ver el número 2 delante de Festival de Jazz Contemporáneo. Está claro que el jazz is alive! en todas sus vertientes y todas son muy refuturizables y ricas, desde el que profundiza en el sueño de Parker con lo contemporáneo hasta el que busca raíces o mensajeros, el que acaricia a los clásicos de todos los palos e incluso el que busca lo moderno porque si el jazz es bueno, es jazz.
Y solo decir:
Gracias Aruan; gracias, Mark Turner; gracias Rudy Royston; gracias Greg Osby; gracias Perico; gracias Lionel Loueke; gracias Borja; gracias Ploug; gracias Edward; gracias Raynald; gracias Vercher; gracias Xirgú; gracias a todos los que habéis estado en el festival dándonos lo mejor de vuestra música y de vuestro corazón y gracias a Joris Roelofs por traernos el sonido que le sacas a ese instrumento indescriptible, a Ted por volver y a Matt Penman por actuar en Jimmy Glass.
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