Μωρίας εγκώμιον, El elogio a More de Erasmo
Erasmo de Rotterdam (Rotterdam – Holanda 1466) y Thomas More (Londres 1478), dos humanistas perseguidos por sus ideas, iniciaron una gran amistad tras conocerse en un viaje que Erasmo realizó a Inglaterra en 1499 y que continuó por correspondencia hasta que Tomás Moro fue decapitado en 6 de julio de 1535. Más tarde, en 1886 More fue beatificado y en 1935 fue proclamado santo, Santo Tomás Moro.
Al conocerse hay algo entre ellos que de inmediato les une y después salta la chispa del Elogio de la Locura, Elogio de la Estupidez o Elogio de la Necedad aunque más bien es un Autoelogio de la misma Necedad personificada puesto que en la obra es la Necedad la que narra y la que pone de manifiesto como ella se manifiesta en todas las estructuras de la sociedad desde la más básica, el matrimonio, hasta las altas esferas y así hace la vida llevadera a los hombres, un discurso que va derivando hasta comparar al hombre con un animal irracional con maestría y un doble sentido exquísito.
More y Erasmo, humanistas y con deseos renacentistas compartían la idea de la necesidad de un cambio en la sociedad, de abandonar las estructuras del medievo que desgraciadamente todavía perduran. Erasmo de Rotterdam escribía en latín aunque tituló la obra en griego Μωρίας εγκώμιον. En aquella época el latín era la lengua culta y solo al alcance de un estrato social alto pero Erasmo quiso dar a sus obras un aspecto menos culto y hacerlo más ameno para personas con menos “cultura” pues aunque está plagado de referencias a los clásicos griegos y latinos también contiene refranes y dichos que él recopiló hasta su muerte en sus Adagios. El dominio de Erasmo de Rotterdam de la narración tanto literaria como de contenido es muy lúcida e interesante y muy amena.
La obra Moriae Encomium Μωρίας εγκώμιον se publicó en 1511 haciéndose muy popular, admirada por muchos y odiada o aborrecida por otros tantos, lo que le trajo innumerables problemas. En la carta que escribió Erasmo al teólogo Martin Dorp en respuesta a otra en la que criticaba su obra Erasmo escribe: “¿Quién hay que no sepa cuánto podría decirse contra pontífices malvados, contra obispos y sacerdotes corruptos y contra príncipes viciosos, en suma, contra cualquier grupo de personas, si, siguiendo el ejemplo de Juvenal, no me hubiese dado vergüenza poner por escrito lo que muchos no se avergüenzan de hacer? Me he limitado a registrar más lo que hay de cómico y absurdo en el hombre que lo desagradable pero lo he hecho de tal manera que, de paso, a menudo amonesto sobre asuntos de la mayor importancia que es muy importante que la gente tenga presentes.”
Tal y como narra Erasmo en el prólogo del Μωρίας εγκώμιον, Elogio de la Necedad la idea surgió en el viaje a caballo de Italia a Inglaterra en el que se entretenía rememorando a sus amigos. Erasmo recordó a More y jugando con su nombre moria (en griego, necedad), comenzó a surgir en su mente esta sátira, un elogio de la necedad y un elogio a su amigo. La obra fue escrita en una semana durante su estancia en la mansión de More en Inglaterra aquejado de una afección de riñón que le obligó a permanecer en la cama.
Moriae Encomium es un elogio a todo lo que Erasmo aborrece, una crítica social, que desnuda el despotismo y la hipocresía social, las estructuras represoras tanto del ámbito educativo como de la Iglesia y la Monarquía. Más tarde, en 1515, influenciado por la obra de Erasmo, Tomás Moro escribió la conocida obra Utopía, en latín Libellus. De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae, Libro. Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía que propone una sociedad organizada en base al bien común y rechaza el materialismo, a los privilegiados y al absolutismo.
Prólogo de Erasmo de Rotterdam al Elogio de la Necedad:
Durante el viaje que hice no ha mucho de Italia a Inglaterra, con el fin de no malgastar en conversaciones banales e insípidas todo el tiempo que tuve que ir a caballo, resolví, ya meditar de cuando en cuando en nuestros comunes estudios, y a complacerme con el recuerdo de los amigos entrañables y doctísimos que dejé en esta tierra.
Entre éstos, mi querido Moro, tú ocupabas el primer lugar. Tal recuerdo no me deleitaba menos de lo que acostumbraba deleitarme a tu lado, que es la cosa del mundo, bien puedo asegurarlo, que me ha producido más dulce contentamiento. Pero como había que ocuparse en algo al fin y al cabo, y la ocasión era poco acomodada para las profundas meditaciones, pensé componer un Elogio de la Necedad.
``¿Qué Minerva -me dirás tú- te ha metido en la cabeza semejante idea?’’ En primer lugar, la idea me la inspiró tu apellido, tan parecido a la palabra moria (en griego, necedad), como tu persona se diferencia de la cosa, pues, según pública opinión, tú estás del todo ajeno a ella. En segundo término, supuse que este juego de mi imaginación te agradaría más que a nadie, ya que sueles gustar mucho de este género de bromas, que no carecen, a mi entender, de sabor ni de gusto, y que en la condición ordinaria de la vida te comportas como Demócrito, y si bien tú, por la perspicacia de tu ingenio, estás sin duda alguna a una gran distancia del vulgo, sin embargo, gracias a la increíble dulzura y afabilidad de tu carácter, con todos te avienes, con todos te tratas, con todos te llevas bien y con todos diviertes.
Por tanto, no sólo has de recibir gustoso este discursillo como un recuerdo de tu amigo, sino que también debes tomarlo bajo tu protección, pues desde el momento en que te lo dedico, es ya tuyo y no mío. Porque quizá no falten criticastros que lo censuren, diciendo unos que éstas son bagatelas indignas de un teólogo; otros, que son muy mordaces para no herir la moderación cristiana, y repetirán a grandes gritos que resucitamos la comedia antigua, que copiamos a Luciano y que lo desgarramos todo a dentelladas.
Mas, en cuanto a los que se escandalizan de la ligereza y de lo jocoso del asunto, querría que pensasen en que yo no soy el inventor del género, sino que desde antiguo ha sido puesto en práctica por grandes escritores, pues ha siglos que Homero cantó las guerras de las ranas y de los ratones en la Batracomiomaquia (una parodía sobre la Iliada); Virgilio, a los mosquitos y al almodrote; Ovidio, a las nueces; Polícatro hizo el elogio de Busiris, e Isócrates lo fustigó; Glauco celebró la injusticia; Favorino, a Tersites y las cuartanas; Sinesio, la calvicie; Luciano, las moscas y los parásitos; Séneca escribió la apoteosis de Claudio; Plutarco, el diálogo de Grillo con Ulises; Luciano y Apuleyo, el asno; y no sé quién, el testamento del cochinillo Grunio Corocota, de que hace mención San Jerónimo.
Por tanto, si esto les agrada, que se imaginen que he estado distraído jugando al ajedrez, o, si lo prefieren, que he cabalgado en un palo de escoba. Pues siempre será una injusticia que, reconociéndose a todas las clases de la sociedad el derecho a divertirse, no se consienta ningún solaz a los que se dedican el estudio, sobre todo si la chanza descansa en un fondo serio y si está manejada de tal suerte que un lector que no sea completamente romo saque de ella más fruto que de las severas y aparatosas elucubraciones de ciertos escritores, como son aquellos discursos zurcidos de retazos de varios autores, en que se ensalza la Retórica o la Filosofía, o se alaba a un príncipe, o se exhorta a la guerra contra el turco, o se predice el porvenir, o se entablan nuevas cuestiones por cosas de nada. Porque, así como no hay nada más tonto que tratar las cosas serias de una manera frívola, del mismo modo nada hay tan divertido como tratar de un asunto baladí sin dar sospechas de que lo sea. Es cierto que al público toca juzgarme; no obstante, si el amor propio no me engaña de un modo manifiesto, me parece que aunque he hecho el Elogio de la necedad, no lo hice del todo neciamente.
Por lo que respecta al reproche de mordacidad, responderé que siempre se ha concedido al ingenio la libertad de chancearse sin recelo de las cosas humanas, con tal que esa licencia no degenere en frenesí. Por lo cual, me admira grandemente la delicadeza de los oídos de nuestros días; casi no pueden escuchar sino los títulos aduladores, y por eso verás gentes que entienden tan al revés la religión, que antes tolerarán los más graves ultrajes contra Cristo, que una ligera broma acerca de un Papa o de un rey, sobre todo si en ello les va el pan.
Pero yo pregunto: Criticar las costumbres de los hombres sin atacar a nadie individualmente, ¿es acaso morder, o más bien enseñar y aconsejar? Por lo demás, ¿no me critico yo mismo desde muchos aspectos? Además, cuando en la crítica no se omite ninguna clase social, no puede decirse que vaya contra nadie en particular, sino contra todos los países, y, por consiguiente, si alguno se considerase ofendido, o es que su conciencia le acusa o, por lo menos, teme verse retratado en ella.
San Jerónimo escribió en este género con más libertad y mordacidad, en varias ocasiones hasta sin perdonar los nombres propios. En cuanto a nosotros, aparte de que nos hemos abstenido completamente de nombrar a nadie, hemos guardado tal moderación en el estilo, que el lector avisado comprenderá desde luego que nuestro ánimo ha sido más bien agradar que morder. En ningún momento hemos seguido el ejemplo de Juvenal (Decimus Junios (67-127) poeta satírico romano), removiendo el fangal oculto de los vicios, sino que nos hemos limitado a pasar revista a las ridiculeces más bien que a las torpezas. Y si hay alguien a quien estas razones no le convenzan, tenga en cuenta, por lo menos, lo bonito que es ser censurados por la Necedad, y que, al hacerla hablar, hemos debido caracterizarla convenientemente.
Pero ¿a qué insistir más contigo, siendo, como eres, ten especial abogado, que aun las cosas que no fueran tan justas como éstas pudieras defender magistralmente? Adiós, elocuentísimo Moro, y toma con calor la defensa de esta Moria.
Elogio de la necedad, Elogio de la estupidez, Elogio de la Locura:
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/elogio/indice.html
http://www.ddooss.org/articulos/textos/erasmo_locura.pdf
Unos retazos de la vida de Erasmo de Rotterdam:
Erasmo de Rotterdam, Desiderius Erasmus Rotterdamus, nació un 28 de octubre de 1466 en Rotterdam (Holanda) hijo bastardo de un sacerdote de Gouda y su sirvienta Margaretha Rogerius (Rutgers) hija de una médico de Zevenbergen. En 1477 ingresa en el coro catedralicio de la ciudad de Utrecht, donde estudiaba y tuvo como maestro de canto a Jacob Obrecht (1458-1505) el más famoso compositor de misas. En 1478 entró en la escuela Hermanos de la vida común de Deventer formada por laicos que seguían los votos religiosos y se regían por la doctrina de San Agustín. En 1483 muere su madre y al año siguiente su padre y queda huérfano. En 1487 ingresa como novicio en el convento agustino de Steyn y después toma los votos. En 1492 es ordenado sacerdote. En 1495 se fue a estudiar a París y, más tarde, en 1499 se desplaza a Londres donde conoce, en la Universidad de Oxford, al humanista John Colet (1467-1519) con el que mantuvo una larga conversación sobre hacer una interpretación humanista de la Biblia y que más tarde le propuso escribir el material escolar para su escuela St Paul’s School. En 1500 escribió junto con el poeta humanista Publio Fausto Andrelini (1462-1518) sus célebres Adagios Millares de adagios, Adagiorum Chiliades, que contenían refranes y moralejas de las tradiciones de la Grecia y Roma antiguas. Durante toda su vida Erasmo fue añadiendo refranes hasta llegar a recopilar 4.500. Entre ellos, como no: "En el país de los ciegos el tuerto es rey", "Más vale prevenir que curar", … .
http://sites.univ-lyon2.fr/lesmondeshumanistes/wp-content/uploads/2010/Adagestome1/index.html
http://sites.univ-lyon2.fr/lesmondeshumanistes/category/adages-erasme/
En Inglaterra fue profesor de Teología en la Universidad de Cambridge, inició también amistad con el profesor y físico humanista Thomas Linacre y tradujo junto con Thomas More a Luciano de Samósata (126-181), uno de los primeros humoristas de la historia. A pesar de tener cátedra en Cambridge y mucho futuro, Erasmo decidió irse a Italia. En 1506 residió en Turín, Florencia y en Venezia donde trabajó en una imprenta aunque le ofrecieron trabajos bien pagados como profesor él prefirió trabajar en la imprenta que le daba lo justo para vivir y le permitía entrar en contacto con escritores y personas que como él eran críticos con la Iglesia. Se trasladó a Roma y su espíritu crítico y lúcido contra el ostracismo y el autoritarismo que se practicaba tanto en la Iglesia como en el mundo académico le llevó a tener muchos amigos y admiradores pero también muchos enemigos por lo que le decidió trasladarse a Basilea (Suiza) donde se enfrascó en el estudio de los clásicos griegos y romanos.
"Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros.
Si sobra algo, me compro ropa y comida"
"Más vale prevenir que curar".
“Para el hombre dichoso todos los países son su patria"
En 1503 publicó Enchiridion militiis christiani (Manual del militante cristiano) en el que postulaba la necesidad de la sinceridad y arremetía contra los comportamientos formales, las tradiciones y el materialismo que en el fondo ocultaban pura maldad.
"Todos tienen estas palabras en la boca:
EVANGELIO - PALABRA DIVINA - FE - CRISTO -ESPÍRITU,
pero veo a muchos de ellos comportarse como si estuvieran poseídos por el demonio".
En 1511 el mismo año que publicó el Elogio de la Necedad, tan actual, publicó De ratione studii (Sobre el método de estudio). En 1516 publicó una traducción latina del Nuevo Testamento que dedicó al Papa León X y tuvo una gran repercusión en la futura reforma protestante, de hecho Martín Lutero lo tradujo al alemán en 1522 y dijo que le había ayudado a ver la verdad. Más tarde escribió Paráfrasis del Nuevo Testamento en un latín ameno y sencillo para que todo el mundo pudiera entenderlo, esta obra fue traducida a las lenguas vernáculas de varios países de Europa y tuvo una gran repercusión pero muchos de los traductores y amigos de Erasmo fueron quemados, decapitados o brutalmente apaleados.
"Ya no hay espacio para la libertad de pensamiento,
para la comprensión y la tolerancia,
es decir, ya no hay espacio para Erasmo"
Iniciado el enfrentamiento entre protestantes luteranos y la Iglesia, Erasmo no tomó partido por ninguno de ellos a pesar de su amistad con Lutero con el que, así como con muchos otros, mantuvo una interesante correspondencia que se conserva. La Iglesia le recriminó "Usted puso el huevo y Lutero lo empolló" y Erasmo respondió: "Sí, pero yo no esperaba una rara avis". Erasmus se encontró entre dos aguas, lo atacaban de ambos lados, y cuando, en 1529, Basilea se unió a la Reforma Luterana, Erasmo decidió trasladarse a Friburgo donde terminó Ecclesiastes (tratado de predicación) y escribió su última obra Preparatio ad mortem (Preparación para la muerte) en 1534. Años mas tarde volvió a Basilea donde se estaba estudiando la doctrina luterana.
Erasmo de Rotterdam murió en Basilea el 12 de julio de 1536. Las obras de Erasmo fueron censuradas y consideradas obras prohibidas por el Concilio de Trento, el 26 de febrero de 1562, dentro de la lista que se elaboró de libros prohibidos. Por otro lado, los protestantes también se sentían molestos con ellas.
"¿Qué es la vida sino una obra de teatro
en la que cada uno hace un acto
hasta que baja el telón?".
Biografía detallada:
http://paulpg.files.wordpress.com/2010/07/biografc3ada-de-erasmo-de-rotterdam.pdf
http://www.youtube.com/watch?v=fATQOl3fQSI
Y, ya que habeís llegado hasta aquí:
Tomás More nació en Londrés en Milk Street, 2, un 7 de febrero de 1478, hijo del mayordomo de un prestigioso colegio Lincoln’s Inn. Comenzó a escribir poesías con un lúcido toque irónico en 1497 y... pero esta ya es otra cantar.
http://www.historyguide.org/earlymod/stmore.html
http://www.youtube.com/watch?v=pF8FxjTUnvc
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