+ Espejos
Mascaraspejo
Y, así, nació aquélla monstruosa
acumulación de gestos,
palabras, pensamientos,
y se paseó por las calles para acumular más y más
y quien más poder de acumulación tenía
más respetado era por los demás acumuladores.
Sí, se inventaron aparatos para acumular
a larga distancia
¡acumule sentado en su casa!, ¡sin esfuerzo!-
Me sorprendió saber que persona significaba máscara,
es demasiado simple,
no hay máscara porque detrás
no se oculta más que un acumulador de ellas
y entonces su función no está ya nada clara
son pues máscaras, no que ocultan máscaras,
si no máscaras que se ponen al día,
siempre al tanto de las últimas noticias,
las últimas modas....
Pero cómo llegar a ser real prescindiendo
del espacio y del tiempo,
muy sencillo
sólo se puede ser real más allá del espacio y del tiempo
estos no son si no espejos que te reflejan,
te reflejan en un espacio
y con un tiempo que asesina a cada instante
la imagen reflejada.
Te veo allí, reflejada en el espejo
a unos metros, encantadoras
imágenes mil veces vistas
antes decías en anuncios publicitarios
pero cuando te veo no te reconozco y pienso
que así te ven los que tienen ojos.
Me invade cierto pánico inexplicable,
yo estoy aquí, a seis metros
también estoy ahí...
se repiten todos mis gestos,
el tiempo desde que yo muevo un dedo
hasta que se refleja y mis ojos lo perciben
es mínimo pero está ahí.
Dicen que la velocidad es el espacio partido
por el tiempo.
Y, claro está, se puso a llover...
a veces me avergüenzo de mi total esfuerzo
por parecer ignorante.
Pero si yo corro precipitadamente hacia mi imagen,
el espejo se rompe y me daña con sus astillas:
encuentro desvanecido el objetivo,
vano y, así, una y otra vez rompiendo espejos
rara vez queda algo suspendido.
“Seguramente el marco del clavo”
dijo siete. “Pretensiones inútiles” dijo uno.
“Sin embargo” dijo dos..............
Y abriendo el libro de poemas, cuatro, se encontró
con las Últimas lamentaciones de Abel Martín-Machado.
Sare Höltrah
‘^’
Últimas lamentaciones de Abel Martín
Hoy, con la primavera,
soñé que un fino cuerpo me seguía
cual dócil sombra.
Era mi cuerpo juvenil, el que subía
de tres en tres peldaños la escalera. -
Hola, galgo de ayer.
(Su luz de acuario trocaba el hondo espejo
por agria luz sobre un rincón de osario)
—¿Tú conmigo, rapaz?
—Contigo, viejo.
Soñé la galería al huerto de ciprés y limonero:
tibias palomas en la piedra fría,
en el cielo de añil rojo pandero,
y en la mágica angustia de la infancia,
la vigilia del ángel más austero.
La ausencia y la distancia
volví a soñar con túnicas de aurora:
firme en el arco tenso la saeta
del mañana, la vista aterradora
de la llama prendida en la espoleta de su granada.
¡Oh Tiempo, oh todavía preñado de inminencias!,
tú me acompañas en la senda fría,
tejedor de esperanzas e impaciencias.
*
¡El tiempo y sus banderas desplegadas!
(¿Yo, capitán? Mas yo no voy contigo.)
¡Hacia lejanas torres soleadas
el perdurable asalto por castigo!
*
Hoy, como un día, en la ancha mar violeta
hunde el sueño su pétrea escalinata,
y hace camino la infantil goleta,
y le salta el delfín de bronce y plata.
La hazaña y la aventura
cercando un corazón entelerido...
Montes de piedra dura
—eco y eco— mi voz ha repetido.
¡Oh, descansar en el azul del día
como descansa el águila en el viento,
sobre la sierra fría,
segura de sus alas y su aliento!
La augusta confianza a ti,
Naturaleza, y paz te pido,
mi tregua de temor y de esperanza,
un grano de alegría, un mar de olvido..
Antonio Machado
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