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Febrero Loco

Roberto Sosa, poeta hondureño, nos ha dejado y hay lluvia de peces

Roberto Sosa, poeta hondureño, nos ha dejado y hay lluvia de peces

  

Roberto Sosa, poeta hondureño nacido en Yoro, región centro-norte del país, un 18 de abril de 1930, se ha ido y para siempre queda en los corazones.


Desde Tegucigalpa no ha ido dejando pequeños trozos de su corazón y, ahora, quiero que todos los compartamos:

 

 

El Aire Que Nos Queda


Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono.
Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada
en un vaso de agua.


Sobre la viejísima melancolía (tejida y destejida largamente)

hija de las grandes traiciones hechas a nuestros padres y abuelos:
estamos solos.

 

Sobre las sensaciones de vacío bajo los pies.

Sobre los pasadizos inclinados que el miedo y la duda edifican.


Sobre la tierra de nadie de la Historia: estamos solos


sin mundo,


desnudo al rojo vivo el barro que nos cubre, estrecho



en sus dos lados el aire que nos queda todavía.

 

 

 

La sal dulce de la palabra poesía

 

Del fuego, en un principio,

los dioses de los primeros hombres

que lo vieron y lo amaron fueron haciendo, solos,

la mujer.

 

Esculpieron temblando sus senos infinitos,

la ondulación del pelo,

la copa de su sexo, más complicada, por dentro,

que el interior de un caracol marino.

 

Delinearon a pulso la sombra de su sombra,

la curva y la mordedura de ese juego del fuego

que sabe a rojo virgen debajo de la lengua

y levanta

la súbita belleza de una brasa en los ojos.

 

Desde entonces, su cuerpo,

se hizo pudor tocable de carne y hueso.

 

Digo mujer,

la sal dulce de la palabra poesía.

 

(Tegucigalpa, 1987)

 

 

Tentación por la serenidad

 

Después de muchos años y trabajos, yo,

el más grande de  los escultores

de todas las ciudades y de todas las naciones,

aquí,


en el reino de las piedras puntiagudas

pongo el punto final a la obra maestra

jamás imaginada: la dulce forma dulce de tu forma


desnuda.

 

Después de que pasaron infinidades de lunas

sobre Tegucigalpa


llegó la hora suprema de mi vida en el arte,


y ahí mismo, a tus pies


hecha de cubo quedó quieta la música.

 

Roberto Sosa

 

http://www.artepoetica.net/Roberto_Sosa.htm

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