Jose Luis Parra viejo poeta ya ausente
Fotografía de Susana Benet
José Luis Parra nació en Madrid en 1944 pero fue seducido por nuestra Valencia tan amable y estridente a la par. Su poesía vio la luz tardía, en 1989, con Más lisonjero me vi aunque anidaba en su interior desde el principio como un carácter.
Decir José Luis Parra es decir un paisaje, también, Café Malvarrosa, una cuna para la cultura, para los poetas y los locos, que le editó en 1994 el poemario Un hacha para el hielo con Ediciones de la Guerra. Después vino Del otro lado de la cumbre (1996) y La pérdida del reino (1997).
José Luis se afianzaba a una voz y la editorial valenciana Pre-textos escuchó los ecos y corrió a darle paredes de papel en el 2000, iniciando siglo, con Los dones suficientes, después llegó el Tiempo de Renuncia (2004) y De la frontera en 2009. Se adentró en el Renacimiento de Sevilla, la editorial le recogió dos antologías: Caldo de piedra (2001) y Cimas y abismos (2012).
Y... este pasado septiembre, como un guiño, nos hizo la reverencia, Inclinándome, que albergó para siempre Pre-Textos.
Y... hoy Valencia, en Quart de Poblet, tras la certeza, se ha inclinado con pesar en su despedida, un adiós entre lo inevitable y lo no deseado, un adiós o hasta luego a un poeta, un amigo, un tertuliano, uno de los nuestros, cuya imagen última permanece para siempre como algo inalcanzable y cuyos poemas se irán revelando con el paso del tiempo y acariciándonos por siempre.
Inclinándome
Inclinándome, sí,
al clima de los años, al peso de las ruinas
de la carne, encorvado en mis carencias,
como el sauce que roza en la corriente
el reflejo fugaz de lo vivido.
Inclinándome, sí,
con reverencia, agradeciendo
la presencia del escaso auditorio,
el temple y alegrías que me han dado
en esta feria bufa, ignominiosa.
Inclinándome, sí,
ante el misterio y su verdad ambigua
y su belleza fugitiva y ciega,
no con rendida servidumbre
sino con refinada cortesía.
Y cuando la certeza al fin se imponga
de que no habrá más horas ni más días,
salir como una sombra
salir, pero inclinándome,
salir sin titubeos de la escena.
Viejo poeta
He recibido todo de vosotros:
premios, honores, reconocimientos.
Se han rendido a mis méritos, con unánime aplauso,
las difíciles puertas de la Academia.
Los jóvenes me llaman maestro y procuran emularme.
Con la edad he logrado domesticar al tigre
que llevo dentro; ser cortés,
amable, agradecido.
Y, orgulloso, en mi pecho ostento las medallas
de las más altas distinciones.
Medallas...
¡Infantiles abalorios,
despiadados cencerros de la gloria!
Cuánto, cuánto daría por ser torpe, inexperto,
maravillado, joven balbuceante
con todos los poemas por delante.
http://susanabenet.blogspot.com.es/2011/10/poema-de-jose-luis-parra.html
http://www.pre-textos.com/prensa/?tag=jose-luis-parra
http://seriealfa.com/tigre/tigre15/JLParra.htm
http://articulosdearturotendero.blogspot.com.es/2009/11/jose-luis-parra.html
Como el tigre enjaulado
Agotado el paisaje,
consumida la mirada,
la ventana es inútil.
¿Hay algo nuevo bajo el sol?
Sólo te queda abrir las ventanas
en los muros que ocultan tus enigmas
y mirar a lo oscuro.
Sólo te queda abrir otros sentidos
más diestros, afinados, si a tu edad es posible.
Andas por el pasillo a oscuras,
por las habitaciones en penumbra;
te tiendes en la cama en las tinieblas,
y azuzas a las sombras tu esforzada memoria.
Se abre una grieta
por donde entra una luz confusa,
y hueles, casi en lágrimas, el recuerdo
de un olor conocido y exultante.
Como el tigre enjaulado
que olfatea en la noche, tras la lluvia copiosa,
el olor de la jungla.
*
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